lunes, 24 de febrero de 2014

Relativo a los rótulos…


Cuando empezamos a explorar el habla, descubrimos sonidos maravillosos, que asociamos a cosas, sin estar previamente incluidos en la lengua de nuestra sociedad. Es así como nuestros padres terminan repitiendo – porque es muy cuchi – los nombrecillos con los que bautizamos ciertas cosas. Nuestra versión del mundo al que no hace mucho hemos sido invitados. Cada uno de los presentes sabe y recuerda alguna palabra, porque seguramente fue tema de conversación a lo largo del crecimiento. Hay quienes aun no abandonan ese gusto bautista – yo al menos no – A los niños les digo “ondónkiros” y a las mascotas “comuy”; no sé, me suenan tierno, sí, probablemente existan como términos en otra lengua, e incluso tengan significados perversos, lascivos y degradantes. Pero en mi mundo fonético, la imagen que se forma a partir de este delirio es encantadora. Véanlo ustedes mismos; niños y mascotas, inocencia, es perfecto. Pero el motivo de esta cita no descansa en perfecciones, más bien se agota en contradicciones…

Tal como desarrollamos esa facultad de crear palabras, también hacemos lo propio dándole significados nuevos a las existentes, eso pasa en definiciones como camarada, que al parecer dejaron de compartir la recámara para volverse compañeros en ideología política, pero no cualquiera, sino de izquierda, en la derecha esa palabra sería un sacrilegio… y pensar que todo empezó por dormir juntos, bueno, como los lados: girondinos y jacobinos, con esta gente, al parecer, empezaron los posicionamientos en el parlamento, y de esto devino todo el rollo de las representaciones, otra palabra buena ésta última, porque en el teatro también se usa, y así, concatenando sin mucho raciocinio: el parlamento es una obra de teatro…

No pretendo criticar escenarios. El motivo en desarrollo aquí – y esperando tal vez un debate – yace en las etiquetas… hay acepciones, sí, pero no es eso exactamente. Venimos del cuento de los varios significados. Me refiero a las ganas de etiquetar, como vicio, y hasta peyorativo a veces según la dirección que hemos decidido obedecer, inclinarnos por ahí, y con todos los complejos que arrastramos de jóvenes; señalarnos unos a otros… lo digo otra vez: y así, concatenando sin mucho raciocinio: el parlamento es una obra de teatro…

Sílabas actúan de malas queriendo ser buenas, creando una especie de chocancia, o repudio, dependiendo de las circunstancias en las que se mencionan. Algo parecido pasa con los objetos, muchos terminan siendo símbolos, y entre estos y las etiquetas, nos vamos perdiendo entre significados... bajo ese caldo ponemos a hervir nuestras sensaciones, de libertarios opresores, de odiosos enamorados, de bondadosos malvados, y quien sabe qué otra contradicción sugerida e impuesta, para que luego se nos etiquete y así, como el parlamento, ser también una obra de teatro…

domingo, 23 de febrero de 2014

toilette


Tuve el malestar a media noche, ya me ha pasado otros días; olor a vómito y un calor así como de alcohol. Vengo soñando con algo que tenga que ver con sexo. Entonces despierto, acelerado, tanteando lento porque de otra forma siento que me caigo. Vuelvo en sí y empiezo a escuchar mi sinfonía crepuscular; un ventilador que gira y hace un recorrido, de seis segundos, yendo cada vez hasta donde mis papeles apilados y medio alborotando las primeras páginas en una suerte de danza, que va y viene y cae, pero no termina de irse, ni de caerse, cada vez que la brisa regresa. Eso le da como ritmo, o no sé si en este caso aplica eso del beat, porque según los entendidos, ritmo es otra cosa… Vuelvo en sí y la orquesta se extiende; escucho mi lavamanos mal cerrado: puede ser que esa gotita que suena, casi al tiempo del ventilador, tenga algo que ver con el sueño, o pesadilla, bueno, con lo que me hace no seguir durmiendo. En algún lado leí algo sobre las formas y las sombras y cómo se graban en nuestras mentes, cosa de que cuando cerremos los ojos se nos proyecten cual plantillas, para recrear así a las escenas oníricas. Luego se le da rienda suelta a lo que dijimos durante el día y con más ahínco a lo que callamos, entonces resulta que vemos personas con nombre y apellido y en lugares conocidos… Vuelvo en sí y me acerco al baño, enciendo la luz y desde la poceta – ya sentado – veo mi cuarto oscuro junto con los papeles que el ventilador hace que remueve; vuelvo en sí y pienso, recuerdo, doy interpretación a lo que siento… no estoy incluido en el sexo del sueño, soy más bien un espectador que no quiere serlo, no estoy viendo la escena, la he construido a partir de unas voces, pero no, tampoco hubo voces, las voces también las inventé, hice el momento a partir de palabras, eso es, algo le leí a alguien – como lo de las sombras y los sueños – una promesa de placer, pero de uno que a mí me amarga. Ya sé que no soy yo, pero tampoco es mi ex con su actual, será que pienso en ella, o será que pienso en mi mujer; la pareja es siempre el primer sospechoso, se dice en el Derecho, pero no, no tengo mujer, tuve, por eso la llamo Ex…

Volví en sí. Ya era hora de ponerle pasta de dientes al cepillo y hacer lo propio para quitarme la careta de insomnio, esa con la que todos me ven y asumen que estuve de parranda, o de marcha, como los españoles. A esa escenita le tengo siempre la misma sonrisita que no afirma ni niega, con la que se conforman para seguir asumiendo y para no seguir preguntando tanto. El trabajo es el mismo todos los días: un lote de actas y transcribirlas, una por una, hasta que llega la hora de irme y volver a mi casa, a mi cuarto con baño privado, a ver las noticias, a ojear y a hojear también…

Aun sin volver en sí, veo que pasó la media noche, la amargura de ese sexo del que no soy partícipe, ahora con gritos, que no son de placer, pero algo tienen que ver conmigo, sí, los gritos sí son conmigo, como si alguien que me he inventado dormido me apurara por volver en sí y yo le digo que no, pero es intimidante, esta vez las gotas caían más rápido que la vuelta del ventilador…

Hubo una noche en la que sin haber vuelto en sí, me dispuse a contemplar fotos de mi ex, con algunas sonreía  y con algunas otras, pues, obviamente me entristecía. Siempre es triste ponerte los hubieras en la frente y darte cuenta que no dispones de los hubieses. Suelen ser crueles esas dos palabras cuando se trata de pasados que ya no son presentes: si yo hubiera yo hubiese, si tan solo hubiera y no hubiese, pero bueno, eso no es todo el tiempo, eso fue esa noche…

No podía volver en sí, me costó despertarme y no quería seguir durmiendo, quizás los zancudos, quizás los gritos, pero no solamente era sexo, gritos e insectos. No. Había una ilusión, unas sonrisas, esas no eran conmigo, ni yo las provocaba, yo era ajeno a esa alegría, y bueno, sí, hay alegrías que amargan, que te ponen mal pues, no siempre quieres que el resto esté contento cuando tú no lo estas, o no quieres estarlo. La alegría puede llegar a ser un tema convicción  y no de consecuencia, pero el punto es que no era por mí ni conmigo. Me dio hambre, pero sólo tomé un vaso de agua…

Anoche, anoche tuve el malestar, no volvía en sí, ya que como me dijo el actual de mi ex, había bebido demasiado cuando la llamé y la insulté, y es que ese día los vi y el día anterior había visto sus fotos, las nuestras, cuando yo todavía no había leído los mensajes que ellos se escribían el uno al otro, hablando de mí como se habla de un tercero, con los verbos de lejos y ajeno. Los leí y sin embargo ahí seguí, me aferré a la estupidez aquella de preferirla compartida y bueno, el actual siempre quiso ser primero, y único. Cosa que no sé si fui alguna vez y sé que en un momento no era. Por eso la despertaba cada media noche con mi insomnio, porque no soportaba la idea de que durmiera conmigo tan tranquila después de lo que ya yo sabía de ella, porque desde entonces, yo no he logrado volver en sí…


jueves, 20 de febrero de 2014

¡qué difícil ser fácil!


Lo malcriado en nosotros pudiese considerarse como un cuadro viral con el que nos acostumbramos a vivir: eso está dando. Es típico. Y se le atribuye en un principio a una interpretación errónea de los amores primarios. De ahí quizás lo morfológico del término. Con el pasar del tiempo se pasa a la inconformidad, para luego enrumbarse en una incansable búsqueda hacia el temor. Finalmente; el objetivo yace en la admiración. Así pues solemos creer que mejor nos admira quien nos teme que quien nos ama. No dejamos de evocar a la infancia. Algunos estudiosos le dicen depresión, porque a lo mejor en ello se esbozan atisbos de inseguridad, puede ser, pero si deliramos un poco, y nos creemos el cuento de que nuestra personalidad se forma de capas; cual cebolla, la inseguridad se pela primero y por pelarse mal, además de llorar, en este caso nos deprimimos. Llegamos a la rabia, a la envidia, y confundimos todo eso con infelicidad. De ahí pasamos a las pastillas y a las prescripciones de químicos. En eso nos mantenemos, especialmente si descubrimos un buen vicio que nos justifique algún trastorno. Es que yo soy así. Pero el tiempo no deja de ser perfecto, y no es sólo el de Dios, por lo que dejarán algún día de temernos – quien sea que nos tema – y esa derrota nos la desquitamos con el amor. ¡Qué fácil ser difíciles! ¿no? O mejor dicho: ¡qué difícil ser fácil! Por eso el conflicto es una especie de paz y por eso la paz; siempre anda en conflicto…

martes, 18 de febrero de 2014

Exceso de medicamentos…




Dos coleccionistas debatían entre valor y el esfuerzo como extremos de una balanza, para darle peso a sus satisfacciones. El primero aseguraba que el esfuerzo estaba por encima del valor (pecuniario) puesto que la suma de dificultades superadas, es la que engrandece al objeto símbolo del logro. Por otro lado, el otro coleccionista anteponía el costo al esfuerzo; la sapiencia (o sabiduría) dan poder al tino de hacer del gasto una inversión, al final, el resultado es lo que se exhibe. Entonces, entran al debate dos nuevos elementos en búsqueda de equilibrio: ¿Cuál es el honor del costo y cuál es provecho del esfuerzo? – usted, que quizás cuestione lo leído, ¿prefiere pagar, o esforzarse? Dirá que no guardan relación, y a esto vienen éstas palabras – Hay gente que hace los trámites y hay gente paga a un gestor. Pero el tema no es de papeleo sino de convicción, y hemos llegado… un par de niños se crían, cada uno con su familia, está el que pide porque le dan y está el que pide porque le exigen. Pero hablar de niños requiere de estudios ulteriores que quien impulsa estas líneas no posee. La cosa es, llegar, en un momento, a entender al menos algunas reacciones. Cuando usted reclama, por ejemplo, suele hacerlo basándose en una sensación, cosa que nos devuelve al principio – esfuerzo y valor – y por la sensación hacemos muchísimo, lo cual es lógico, porque la palabra en sí lleva encima un tremendo peso histórico… Fue escuchar, viajar, anhelar, enviar, ir y encontrar su camino, hasta que llegamos a la mente y así a los sentidos. La gente que influye lo sabe, por eso el sentir se oferta y aunque sea por un ratico lo pagamos, como cual droga, para que luego nos quede el vacío – y bueno qué son las drogas si no químicos para sentir - ¡Exacto! Valor. Esfuerzo. Sensación… ¿y esperanza? Pues sí, pero… habrá que tener cuidado con los excesos, la vida puede ser muy atrevida y por atrevida, repentinamente, eternizamos al vacío…

Todos somos coleccionistas…

lunes, 17 de febrero de 2014

“Porque su aspecto verdadero es precisamente su aspecto oculto…”




Introspectivo, o más bien “¿Cómo les explico que necesito odiarlo?

Hay gente que afirma amar a la humanidad, otros responden acertadamente que sólo se puede amar en singular, es decir a personas concretas; yo estoy de acuerdo con eso y añado que lo que vale para el amor vale también para el odio. El hombre, ese ser ansioso de equilibrio, compensa el peso del mal que cae sobre sus hombros sobre el peso de su odio. Pero intenten orientar el odio hacia la mera abstracción de los principios, hacia la injusticia, el fanatismo, la crueldad, o si han llegado a la conclusión de que lo odiable es el propio principio de la humanidad, ¡traten de odiar a la humanidad! Este tipo de odio es demasiado sobrehumano y por eso el hombre para aliviar su furia (consciente de la limitación de sus fuerzas), termina por orientarlo siempre hacia un individuo…” sin importar cuán cercano sea y aunque quizás pueda ser circunstancial… claro, desde la perspectiva del sujeto. Pero antes de esto, Kundera también toma la perspectiva del objeto, o de quien es objeto a partir de la imagen que los demás se hacen del mismo (de uno, en este caso)

 Comencé a comprender que no habría fuerza capaz de modificar esa imagen de mi persona que está depositada en algún sitio de la más alta cámara de decisiones sobre los destinos humanos; comprendí que aquella imagen (aunque no se parezca a mí) es mucho más real que yo mismo; que no es ella la mía sino yo su sombra; que no es ella a quien se puede acusar de no parecérseme, sino que esa desemejanza es culpa mía; y que esa desemejanza es mi cruz, que no se la puedo endilgar a nadie y que debo cargar con ella…” A partir de su delirio, y del mío, se explican ciertos silencios: 

…tengo dentro de mí un sistema de seguridad contra la vergüenza que funciona muy bien y me impide abrirme demasiado ante la gente, manifestar mis sentimientos delante de los demás; y leer versos no sólo me da la impresión de estar hablando de mis sentimientos, sino que además es como si al mismo tiempo estuviese haciendo equilibrios sobre una sola pierna; esa falta de naturalidad implícita en el mismo principio del ritmo y la rima, me llenaría de confusión si me entregase a ella sin estar solo…


Fragmentos de La Broma, de Milan Kundera

miércoles, 12 de febrero de 2014

Soñaron los niños con computadoras en sus cabezas…


“La frase 'todo tiempo pasado fue mejor' no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que -felizmente- la gente las echa en el olvido.”
Ernesto Sábato, El túnel


Fue lo que pensé cuando lo vi pero no porque me produjera burla sino por el posible significado.

El hecho de exhibir lleva implícita cierta carga de orgullo un tanto arrogante y no siempre es seguro; algo así como que lo muestro porque lo he de resaltar, sea por mi voluntad o por su mérito per se… entonces nacen unas pocas preguntas ¿tan bueno como para estar orgulloso? ¿tan orgulloso como para mostrarse arrogante? ¿No será más bien que no están seguros? No se sabe, pero quieren simbolizárnoslo a partir de la exhibición… Lo apresurado da atisbos de improvisación y esto último nos dice que el tiempo no fue aliado de las ganas, puesto que lo previo fue un instante y un instante, en este caso, nace de una ocurrencia, no de un plan…

Decimos esto porque la ocurrencia de mostrar (por orgullo o arrogancia) es – y aquí sí – con seguridad, para ocultar ¿pero por qué? Una verdad es imprudente cuando la conveniencia descansa sobre las mentiras, como cuando se le baja el volumen a la música, sigue ahí, sonando, ávida por descargar pero controlada a silencios de ruido, quizás porque molesta, perturba, pero ahí sigue, melodiosa; oculta. Hasta que alguien le da volumen y se apodera del momento y de las voces, los labios presentes; de no cantar pues: amuecan, y no les queda de otra, el momento fue canción como lo escondido un día será descubierto, revelado, y así por fin entenderemos que la mentira no fue una excusa sino un recurso, y que hizo falta, o no, y que la verdad pesa, como también libera… Nos inconformamos, a partir del delirio, así como unos exhiben para ocultar otros ocultan para exhibir, porque entre el orgullo y la arrogancia pues, la inseguridad es su péndulo, su columpio, o más bien quien da peso a sus balances. Entonces; mentimos con honestidad o, decimos la verdad con hipocresía… Habrá que mediar, acordar y acordarnos cuando nos sintamos distintos. El desfile aun no termina, los problemas tampoco…

Saludos y respetos…



viernes, 7 de febrero de 2014

Apuntes sobre la ilusión




Lo que empezó como una burla se hizo también un juego. Una costumbre que no data de muchísimos años; “la viva esperanza, las expectativas favorables depositadas en personas o cosas.” Los significados cambian con el tiempo y como signo de una conveniente y convenida evolución de las palabras. 

En un intento por delirar, pareciera que la unión de unas cuantas sílabas tiene un valor cual dinero circulante en billetes de baja denominación. Unimos varios para dar con una cantidad mayor, para alcanzar el precio de eso preciado; bueno, así se le toman a las palabras: inflación y devaluación, conversión y control cambiario. Ya Galeano habló una vez de inflación palabraria, yo me refiero a usos alternativos, tipo contrabando, o chanchullo; como decimos aquí… 

Tomemos un papel en blanco, escribamos con tinta, con grafito o con tizas, con un portaminas casi dañado del que sólo se puede esperar rasgaduras para el papel, bueno, con cualquiera de los mencionados, luego tratemos de borrar para escribir de nuevo; una misiva, una confesión de frustración. Enseñémosla a alguien, una, tres, cinco y cualquier impar que se nos ocurra en veces; siempre quedará la curiosidad de qué hubo escrito antes, más aún que el mensaje de ahora, y eso pasa con las palabras, que siempre albergan un par histórico y distinto y cuya carga se deja entrever a causa del tiempo y de las veces (y no debe ser casualidad que para el inglés ambos sean time)

¿Pero cuándo dejó la ilusión de ser burla para ser esperanza? ¿Qué fue ilusionarse?

Para quienes hoy en día respiran, la ilusión es un motor de vida que bajo ningún concepto debe dejar de funcionar, eso hace que entre en el comercio, que se venda, que se rente y que se pague con el fruto del trabajo. 

Lo que le vemos a las celebridades, lo que se pone de moda, lo socialmente admirable, los temas de conversación; el sensacionalismo – y no como vicio periodístico, sino como grandilocuencia de lo vivido – “la vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda…” ¡Y vaya cómo la contamos! 

No en balde la ilusión, que etimológicamente empezó como un juego, sea hoy en día destino de nuestra pasión y despecho; tal como el amor…

¡Salud!

sábado, 1 de febrero de 2014

Huellas



A veces nos convertimos en lo más remoto que perciben los ojos de alguien que en las noches de duermevela mira una luna compartida por las almas que se conectan sin ellos saberlo...

I
Puedo volar y escribir "cielo" al mismo tiempo,
dormir la siesta en otro planeta,
escribir amor al mismo tiempo que tú
y sonreír a la vez,
me perdí y te encontré...
¿o será que te encontré cuando me perdí?...
ese era el lugar que me gustaba...
ese punto de encuentro,
porque ese era precisamente el lugar exacto,
para eso andábamos por este mundo,
para encontrarnos.

II

¿Quién nos lo iba a decir?
¿Quién nos iba a decir que cuando el amor roza la eternidad
el tiempo ya no cuenta... descuenta soledad
sólo los cinco sentidos planean en las horas
de una noche vestida de estrellas,
en un espacio donde habita el amor y la vida
donde la luna recoge el reflejo de dos almas perdidas...
y a mí, sólo se me ocurre
regalarte besos que reconforten
esos difíciles momentos, esos tristes momentos de desaliento.
Las noches quedaron para otros
y yo comencé a dibujar sombras chinescas
en la pared desnuda que me apresaba,
sombras de tristezas inservibles
que desgarraban mi alma
y cuyos pedazos caían
a un pozo vacío de esperanza.
Dicen, que si le dices a alguien
palabras de amor mientras duerme
quedan grabadas en su subconsciente
¡¡¡¡quédate!!!... susurré
pero no pudiste hacerlo
y una sagrada soledad, se adueñó de mí.

III
es el sonido de su persona,
pero no eres tú,
ni soy yo,
es ella que no siente a la luna más que neutra,
que ama ver tildar su estrella...
comparte una luz con ella
¡qué frágil el brillo!
aun distante conecta espacio si fuese mío,
no de ella,
ni otra que caricia buscaría más que de aquella bruja...
o alguna que fue duendecilla o sólo un dibujo
bastaría para no confundir la admisión.
No siento maripositas en mi barriga
pero se revuelve de noche y de día
y no sintieron ni las cosquillas de una primera caricia...

IV
Emprendió su vuelo despacio,
lentamente y sin prisa,
fue elevando sus pequeñas alas de insignificante mariposa,
esa a la que siempre le costaba volar entre las rosas...
ni él ni tú,
ni aquellos,
pero a éste.
Siempre supo cual era su misión
y poco a poco fue ascendiendo hasta las estrellas
para desde allí dejar caer esos besos de mariposa
que a ella tanto le gustaba repartir.
Ahora,
se posa cada noche en la luna
y deja su silueta reflejada
como si de un tatuaje se tratara
y cuya única intención
es la de que la luz de esa luna
la convierta un día en la luciérnaga de las noches
de absoluta oscuridad…

V
Nunca debieran dos almas conocerse en un naufragio
ni asirse ambas como salvavidas
entre olas de soledades infinitas.
Jamás debieran remar hacia la misma orilla
llevando en la piel la sal aterida.
Te pediría amor, que nadases a otras aguas con más vida
los peces y los corales, ya no habitan en las mías.
...pero no puedo, mi voz...
se apaga y se difumina
entre caballitos de mar
y mariposas heridas.
Son tus brazos mis remos
tu alma, amor...es mi orilla
en ella quisiera quedarme
y curar nuestras heridas
naufragar entre tus aguas
ganar y perder la vida
entre besos de espuma blanca
...entre tu brisa y mi brisa.